La paciencia de mamá
Mi madre me enseñó a calcar usando el cristal de la ventana de la cocina.; poníamos una hoja de papel cebolla que sacábamos de la caja de galletas sobre un dibujo o una foto y, con un lápiz en la mano, contra la luz que entraba por el cristal, seguíamos las líneas despacito, casi sin respirar.
No era solo copiar: era aprender a mirar con calma, a tener paciencia, a encontrar la forma sin romperla... a confiar en que, con atención y cariño, podía crear algo bonito.
Mucho tiempo después, me doy cuenta de que aquella forma de aprender sigue en mí.
Es la misma paciencia que pongo al trabajar la arcilla, al modelar cada detalle, al dar forma y al decoran estas piezas.
Cada pendiente de esta colección refleja una flor calcada con amor, con trazo suave, como un recuerdo que no quieres que se borre.