Aires del Ebro

El Ebro nace en Cantabria y pasa por Zaragoza, uniendo mi pasado y mi presente.

Los turquesas azules del mar y los verdes de las montañas de Cantabria se cruzan con los ocres y verdes del valle y los azules impolutos del cielo de Zaragoza. Todos estos colores viajan juntos siguiendo el curso del Ebro, acompañados por marrones cálidos y dorados discretos que aparecen cuando la luz toca el agua.

En estas piezas, el mar y el cierzo se rozan. Las crestas de las olas del norte se enredan con la luz del valle y ambos paisajes recuerdan que, al final, nuestro pasado y nuestro presente se unen como estos colores, definiéndonos sin pedir permiso. 

En cada pieza se mezclan, como lo hacen mis propios recuerdos, el rumor suave del mar y el viento decidido del Ebro. Dos lugares opuestos y, aun así, inseparables en mi vida.